Los ecosistemas montañosos se encuentran distribuidos por todo el mundo, desde la línea del ecuador hasta llegar a los polos glaciares, incluso se estima que las montañas ocupan la quinta parte de toda la superficie terrestre, contando con una diversa variedad de hábitats.
Estos sistemas montañosos son muy importantes para el planeta y la sobrevivencia de las especies que lo habitan ya que de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), al menos el 10% de la humanidad obtiene recursos naturales directamente de las montañas.
Sin embargo, el mayor aporte de las montañas radica en la distribución del agua. La FAO reveló que la mitad de la población del mundo depende del agua procedente de los sistemas montañosos.
Además de esto, las montañas son parte esencial en el ciclo del agua, ya que captan la humedad de las masas de aire y almacenan el agua que se precipita en forma de nieve, la cual al fundirse en primavera y verano se transforma en el líquido que se distribuye hacia las poblaciones y cultivos. Tanto en regiones áridas como semiáridas, más del 90% de los caudales fluviales proviene de montañas.
Por otra parte, el agua de las montañas también sirve para generar energía hidroeléctrica. En algunos lugares los molinos de agua como generadores de energía se utilizan especialmente para moler grano. En Nepal, por ejemplo, se estima que existen 25,000 molinos de agua y más de 900 microturbinas hidráulicas encargadas de la producción agrícola.
Es así como las montañas tienen un papel muy importante en el equilibrio del Planeta, no sólo en la distribución del agua, también en cuanto a la producción de madera y fungir como hábitat de miles de especies animales.